Al reflexionar sobre la relevancia de tener identificado el propósito de vida, la misión personal, vienen a mi mente las palabras de Viktor Frankl, psicólogo austríaco sobreviviente de los campos de concentración de la Alemania nazi.

Durante su cautiverio, observándose a sí mismo y a quienes compartían con él esa experiencia, se preguntaba qué hacía posible que algunas personas sobrevivieran cuando la mayoría morían. Pensó en varios factores, como la salud, la vitalidad, la estructura familiar, la inteligencia y la habilidad para sobrevivir. Finalmente concluyó que ninguno de ellos era la causa principal. Descubrió que el único factor relevante era tener una visión de futuro, una profunda convicción de que tenían una misión que cumplir, una tarea importante que realizar

En este sentido, Viktor Frankl afirmaba que no inventamos nuestra misión, sino que la detectamos. Se halla en nuestro interior a la espera de ser descubierta.

Nuestra misión personal está relacionada directamente con nuestro presente, con nuestro mundo interior. Se trata de darnos cuenta de quién somos, y qué hacemos aquí.

Cuando aceptamos que cada persona es un ser único e irrepetible, y que tiene un propósito que cumplir, surge entonces el sentido de responsabilidad ante nuestras vidas en general y nuestras experiencias en particular. No se trata tanto de lo que esperamos de nuestra vida, sino de lo que aportamos con ella.

Toma relevancia entonces, el darnos cuenta de los motivos que nos inspiran a vivir, y más concretamente, a llevar a cabo las diferentes tareas que realizamos en nuestro día a día. Ya que, además de darle un sentido a nuestra vida, tomamos conciencia de los recursos personales internos con los que contamos. Estos recursos personales internos nos aportan la motivación necesaria para seguir adelante, independientemente de las circunstancias que nos rodean. En palabras de Nietzsche: “El que tiene un porqué, puede soportar casi cualquier cómo”.

Cuando tenemos identificada e interiorizada nuestra misión personal y actuamos en sintonía con ella, todo en nuestra vida cobra sentido, hasta la más simple de nuestras tareas. Sentimos alegría y serenidad, y experimentamos una sensación de bienestar, que transmitimos a quienes nos rodean.

¿Y, tú? ¿sabes cuál es tu propósito de vida?